El Club Florentino Ameghino de Villa María se destaca cada vez más como una institución modelo. Este año surgió un programa, llamado Academia Ameghino, que engloba una serie de actividades y herramientas para el crecimiento y desarrollo de los jovenes deportistas. Pablo Castro es el entrenador del plantel superior profesional, que milita en la segunda categoría a nivel nacional y también es el coordinador deportivo de la institución, nos comentó sobre esta propuesta que pone el club a disposición de sus formativas.
¿Cómo surge la idea de este programa Academia Ameghino?
«Surge a partir de reconocer lo que estábamos haciendo en el día a día. Cómo había crecido el club en estos 10 años, en la medida que fuimos generando, mediante la contratación profesionales, más recursos para los chicos que se sumaban al club. Fuimos brindando herramientas para su crecimiento, y llegó un punto que teníamos que ordenar todo lo que tenemos puertas para adentro, darle una forma, darle una identidad. Separarnos un poquito del plantel profesional y establecer una estructura para el crecimiento y desarrollo de información para seres humanos que están en etapa de formación como jugadores de básquet.»
¿En qué consiste?
«Sumamos actividades, profesionales, hemos contratado un psicólogo deportivo, veníamos
trabajando con kinesiólogos y preparadores físicos de primer nivel, sumamos una nutricionista, una profesora de flexibilidad, tratamos de incentivar el uso y el entrenamiento del cerebro mediante edición de video, inglés. A los reclutados de forma obligatoria y es abierto a la comunidad del club. Habíamos sumado clases de apoyo escolar, para que los chicos puedan venir al club y conectar su refuerzo escolar y entrenar al mismo tiempo, pero esto se vio trunco por el inicio de la pandemia. Tenemos un taller de periodismo, donde buscamos que los chicos se desarrollen y se capaciten a la hora de dar notas, entrevistas. Tratar de ir abarcando en lo que se pueda para el desarrollo formativo del joven.
Para los chicos reclutados es obligatoria para todos, y para los chicos de la ciudad, mientras que en sus horas curriculares de la escuela se lo permita, se suman. Algunos ya van a inglés de manera particular, entonces no podemos como club obligar a una familia a que ponga la educación de su familia en nuestras manos. Sino que para el que no pueda acceder por cuestiones económicas o de tiempo, darle la posibilidad de que vengan. Por suerte, cada vez se fue ampliando más el numero de chicos que concurren, porque bueno, están compartiendo un momento más con sus compañeros de equipo, que es donde se forja la amistad.»
Luciano Rodriguez